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Pacific Color 2025: El trabajo en el océano apenas comienza

Publicado por El Observador, Costa Rica.

Pacific Color 2025: El trabajo en el océano apenas comienza

Los biólogos estamos acostumbrados a trabajar en el campo y en el laboratorio, pero hay una cosa en la que no somos tan buenos: comunicar nuestro trabajo.

Damián Martínez de la Federación Costarricense de Pesca

Desde pequeña, siempre supe que quería ser bióloga marina. Me imaginaba explorando el océano, descubriendo criaturas increíbles y comprendiendo los secretos del mar. Pero cada vez que lo decía en voz alta, alguien me respondía: «Eso es inútil. Nunca encontrarás trabajo».

La realidad, sin embargo, es muy distinta. No solo hay trabajo por hacer, sino mucho por hacer. El océano nos necesita más que nunca, y la ciencia aún tiene muchas preguntas sin respuesta.

Este año, participé en Pacific Color 2025, una expedición sin precedentes en Costa Rica. Allí, investigadores de Fecop, NASA, Avuelo, UCR y la UNA unieron fuerzas para estudiar el color del océano y lo que revela sobre nuestra salud.

 

Cuando el océano cambia de color, nos habla.

El color del mar no es sólo una cuestión de estética; es una ventana a los procesos que ocurren bajo la superficie.

El fitoplancton, organismos microscópicos que flotan con las corrientes, es el principal responsable del color del agua. Cuando escasea, el mar es azul; cuando abunda, se torna verde.

Y en algunos casos, pueden crecer sin control y teñir el océano de rojo, causando las temidas mareas rojas, que afectan la vida marina, la pesca e incluso la salud humana.

Pero el fitoplancton no es solo un indicador: es la base de la vida en el océano y produce la mitad del oxígeno que respiramos. Sin él, la cadena alimentaria marina colapsaría y la vida en la Tierra cambiaría drásticamente.

 

Regreso al puerto: El trabajo que nadie ve

Tras cinco intensos días en el mar, la expedición no terminó al llegar a tierra. Al contrario: el trabajo apenas comenzaba.

El regreso a puerto marcó el inicio de otra etapa crucial. Primero, había que descargar todo el equipo: instrumentos de medición óptica, frascos de muestra, filtros con material biológico y computadoras con datos. Cada pieza debía ser inspeccionada, limpiada y almacenada adecuadamente para futuras expediciones.

Luego vino la manipulación de las muestras, un proceso meticuloso que requirió horas y horas en el laboratorio. Algunas tuvieron que filtrarse y congelarse inmediatamente, mientras que otras se procesaron para el análisis químico de pigmentos y agua.

El trabajo de laboratorio es agotador y meticuloso. Se deben seguir protocolos estrictos, utilizar reactivos delicados y realizar análisis que requieren una concentración absoluta. Durante semanas, y en algunos casos, meses, científicos y estudiantes dedican largas horas a procesar, clasificar y validar datos recopilados en el mar.

 

Un desafío inesperado: comunicar la ciencia

Los biólogos estamos acostumbrados a trabajar en el campo y en el laboratorio, pero hay una cosa en la que no somos tan buenos: comunicar nuestro trabajo.

Hacer ciencia no basta; tenemos que contar la historia. ¿De qué sirve descubrir patrones en el fitoplancton o mejorar la monitorización satelital si no logramos que la sociedad comprenda su importancia?

Por eso, Pacific Color 2025 no se trata solo de recopilar y analizar datos. También es un esfuerzo por difundir este conocimiento entre el público. Queremos que más personas comprendan qué sucede en el océano, cómo nos afecta y qué podemos hacer para protegerlo. Eso es lo que imaginamos con el desarrollo de la aplicación PezCa: información al alcance de todos.

Esta serie de blogs forma parte de ese esfuerzo. Pero aún queda trabajo por hacer: publicar los resultados en revistas científicas y preparar informes accesibles para los responsables de la toma de decisiones.

Además de crear materiales audiovisuales para redes sociales y medios de comunicación, e impartir charlas y talleres para que la comunidad pueda acoger el conocimiento generado.

El largo camino por delante

Han pasado más de 30 días desde que finalizamos el trabajo de campo, pero aún faltan muchos meses para que esta iniciativa se consolide.

Procesar los datos de una expedición como esta no es algo que se pueda hacer en días o semanas. Cada resultado debe validarse, cada muestra debe analizarse con precisión y cada conclusión debe estar respaldada por evidencia sólida.

Color Pacífico no es solo una expedición. Es el comienzo de una nueva forma de estudiar y comprender nuestro océano. Es una iniciativa que busca fortalecer la capacidad del país para que, en el futuro, no dependamos exclusivamente de colaboraciones externas para monitorear nuestros mares.

El océano nos da mucho, pero nuestras acciones en la tierra (el plástico que tiramos, los productos químicos que usamos, la forma en que consumimos los recursos marinos) pueden alterar su equilibrio.

Hoy, más que nunca, debemos ver el mar con respeto y compromiso. Porque protegerlo no es solo tarea de los científicos; es responsabilidad de todos.

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